Es
conveniente para efectos de trabajo, hacer una aclaración conceptual sobre los
términos de Animador Cultural y Promotor Cultural. Aunque el trabajo que
realizan ambos es similar, tendremos que decir que el Animador Cultural se
diferencia porque nace de manera espontánea y natural de la sociedad civil.
La
promoción cultural es un trabajo por “el ser humano y por su inconmensurable
fuerza espiritual”, por ello requiere el mayor compromiso y la más alta
responsabilidad. El promotor cultural trabaja por coadyuvar a elevar la calidad
de vida de una comunidad, por humanizar el desarrollo a través de la energía
espiritual que subyace en las tradiciones, fiestas, usos, costumbres, inmenso
acervo de sabiduría, herencia de nuestros viejos abuelos y sus 8,000 años de
historia y civilización, que nos dan identidad y nos abre una puerta a un
futuro luminoso. El promotor cultural trabaja en favor de la creatividad, en su
milenaria búsqueda de la trascendencia.
El
Promotor Cultural es un líder que promueve la Dimensión Cultural del
Desarrollo. Su trabajo humaniza la vida cotidiana, la llena de contenidos y significados
espirituales, ayuda a que florezcan los corazones y se decanten los rostros; busca
abrir espacios para la recreación de los niños y los adultos, trata de dignificar
la experiencia de nuestros “jóvenes y viejos abuelos”, trabaja por el fortalecimiento
de la identidad cultural.
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